jueves, 28 de abril de 2011

Certezas urbanas al paso

     Érase mi persona caminando por la avenida del barrio, la vieja 25 de Mayo que desemboca en la Estación Lanús, cuando entró en escena un hombre de unos 45 años, pongámosle. Bastante flaco y con una prisa no menos notoria, en los pies y en el habla. Aquí debo hacer una aclaración pertinente: en contraste, yo ostento un parco y torpe caminar. Sin embargo, nuestros derroteros coincidieron durante varias cuadras. No podría dar argumentos físicos para hacer comprensiva esta situación; si me guío por el recuerdo visual, tengo la sensación de que el individuo flotaba y avanzaba a mi misma velocidad, pero pataleando rápido sobre el aire, como montado a una bicicleta imaginaria en una de esas velocidades de mountain bike en que uno le da, le da, le da y avanzó 3 metros. Y zizagueaba, iba como pelota de ping pong de pared a cordón, y volvía. Resumidamente, una actitud nerviosa, que se complementaba con frases incoherentes lanzadas lúdicamente, como un pensamiento sin barreras lanzado a los vientos, pretendiendo complicidad de los transeúntes.
     Pero fue la primera frase que me quedó grabada... "Hay que estar bien firme para saber lo de ese Juez".
     Una afirmación elocuente, como para que ningún peatón que en ese momento pisaba las veredas de las 27 cuadras (o más) de esta arteria, ningún ciudadano que estuviera montado en algún colectivo, vehículo particular, moto o cochecito de bebé en esas inmediaciones, se atreviese a contradecirlo. Fue una certeza, sobre todo por la expresividad fonética de las palabras "bien firme", núcleo indiscutible, inderrumbable, tanto o más como la frase en sí. Como un sargento de frontera.
     Me quedó retumbando semejante declaración de oído a oído, desempolvando de mi memoria una anécdota que contara Diego Arnedo alguna vez. En ocasión de estar viajando en el Lacroze, probablemente dirigiéndose a su Hurlingham, observó atentamente a un hombre que, en medio del pasillo,  se autoconvencía golpeándose el pecho y afirmando "lo' tengo lo' huevo bien puesto' lo' mio', qué se cree ese". La claridad de la declaración de principios lo llevó a adaptarla y meterla ahí justo antes del segundo estribillo del rocanrol de Rasputín, de Divididos, cuando una masa de pibes transpirada lo ayuda con el "TENEMO' LA' BOLA' BIEN LLENA LA' NUESTRA'".
     Dije "esto tiene que quedar en algún lado". Si hacía lo mismo que Diego, no me iba a perdonar el oportunismo. Además teniendo en cuenta que uno de los rasgos que le da vigor a la declaración de mi compañero eventual de andanzas urbanas es la inobjetabilidad, no por cierta, sino por incompatible con cualquier situación cotidiana de la vida que uno pudiera hacer espontánea, así nomás, por la calle. Para ser justo, tengo que decir que el resto de las frases que espetó, además de estar plagadas de sonoridades dudosas, no convencieron a nadie.
     Aquí queda, entonces, en algún lugar me iba a servir, sin embargo. Para innaugurar este lugar en donde voy a poner ni más ni menos que lo que se me ocurra. Sean bienvenidos.

1 comentario:

  1. Que buen texto Fer.
    Me recordó mucho a una vez que volví de "vaya uno a saber donde" y en la estación de Lomas una señora balbuceo unas palabras incomprensibles. Cacofonías perturbadoras. Pero el mensaje era claro: el inconformismo y la bronca, la impotencia y algo que no podría explicar con palabras. Al menos no con las que 'yo conozco'...
    En fin, no nos desviemos. saludos, felicidades y prospero año nuevo (?)

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